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En Reddit, le preguntaron a los abogados cuál era el caso más ridículo que habían tenido en la corte que se podía resumir en dos palabras: "¡Qué diablos!"
Mi amigo defendía a un tipo en la corte. No recuerdo de qué lo acusaban.
El testigo principal de la acusación estaba en la sala del tribunal y le preguntaron si podía identificar al acusado (el cliente de mi amigo). Miró con atención a todas las personas en la sala durante mucho tiempo buscando al culpable, pero no pudo identificar a nadie. Mi amigo ya estaba celebrando en silencio la victoria, porque si el testigo no podía identificar al acusado, era muy probable que todos los cargos se derrumbaran...
Mientras mentalmente colocaba este caso en la carpeta "GANADO", mi amigo miró de reojo a su cliente, que acababa de levantar la mano para que el testigo lo identificara más fácilmente...
Incluso el juez se quedó atónito. Fue un "facepalm" total...
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Todavía no puedo creer que ella haya dicho eso. Era un juicio con jurado y cargos bastante serios. Yo estaba interrogando a la presunta víctima y, al responder a mi pregunta, ella dice: "Saben, a veces miento constantemente..." No sé por qué ni para qué lo dijo, pero, por supuesto, gané el caso.
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Nunca hagas una pregunta cuya respuesta no sepas. El fiscal opinó que las conservas que robó mi cliente podrían haber sido cambiadas por drogas. Pensé que era una locura y le pregunté a mi cliente si había cambiado comida por drogas. A lo que respondió que una vez cambió una gallina congelada por heroína. No hace falta decir que no gané ese caso.
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Estaba en una audiencia de fianza para un hombre. Lo acusaban de un delito muy repugnante contra su joven pariente. El juez comenzó a leer las condiciones de la fianza. Una de las condiciones obligatorias era entregar el pasaporte del acusado. El acusado se giró hacia su abogado y dijo en voz alta: "Pero usted me dijo que podría regresar a mi país de origen..."
Como era de esperar, el juez anuló inmediatamente la posibilidad de fianza.
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Un abogado que conozco llevó un caso de lesión laboral. El juez le preguntó al cliente de mi amigo: "¿Cuál es el carácter de su lesión?". A lo que el cliente respondió: "Ya no puedo levantar la mano así de alto", y en ese momento levantó la mano para mostrar lo alto que no podía levantarla...
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Yo era el demandado, representando a una organización sin fines de lucro. La demandante era una abuela de 60 años que quería jubilarse después de haberse caído de su camioneta en nuestro estacionamiento. Sus acusaciones fueron que nuestro estacionamiento estaba en muy mal estado (sí, es cierto), y que por eso se cayó en un bache y se rompió la pierna, lo que la llevó a tener que tomar Coumadin (un medicamento que ayuda a diluir la sangre en las venas). Y esto a su vez le quitó la posibilidad de disfrutar de comer pescado frito y ensalada ese viernes por la noche (no, esto es verdad).
Mi abogado, el día del incidente, logró fotografiar el bache que estaba hasta el borde de agua después de la reciente lluvia. Todo iba bien para la señora mayor, hasta que él le preguntó si se le había mojado la pierna. A lo que ella respondió que no recordaba.
Él continuó diciendo que si su pierna no se hubiera mojado, sería solo porque realmente se cayó de la camioneta, pero no en el bache. Volvió a preguntarle si se le había mojado la pierna. Y ellaconfirmó que sí, que su pierna estaba mojada.
El momento "¡Qué diablos!" llegó cuando él regresó a su mesa, hojeó su testimonio y leyó la parte donde ella decía con absoluta rotundidad que su pierna estaba seca y no mojada. Luego hizo algunos trucos legales de moda, el caso se desestimó y yo volví al trabajo.
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El hombre a quien defendía compareció ante el tribunal por agresión de tercer grado. En mi estado, agredir a un trabajador de servicios médicos o a un policía es un delito penal. Las acusaciones afirmaban que mi cliente insultó a los policías e incluso en un momento dado golpeó a uno en la cara.
Estamos sentados en la mesa con el acusado, y el oficial da testimonio, contando los insultos que recibió. Y aquí es cuando mi cliente comienza a gritar: "¡Eres un maldito mentiroso! ¡Vete al infierno, hijo de puta!"
Naturalmente, perdimos ese caso.
Hubo otro incidente. El juez le preguntó a mi cliente si había sido obligado a declararse culpable. Y él respondió: "Sí, por mi abogado". En ese momento, casi me hago encima, pero él se rió y dijo: "¡No, estoy bromeando!"
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No soy abogado, pero soy un periodista que asiste regularmente a varios juicios, y en uno de ellos ocurrió lo siguiente:
Un joven fue condenado por homicidio frustrado de varios carabineros. Al momento de dictar la sentencia, el fiscal exhibió el tatuaje del imputado, que se había realizado en la cárcel mientras esperaba el veredicto. Este mostraba una lápida con los nombres de todos los carabineros a los que intentó matar. Lo más grave fue que el imputado tuvo el descaro de pedir clemencia en su sentencia. El juez se mostró inflexible y fue condenado a una pena de muchos años de prisión.